El dolor de ser borrada de la vida de tu propia familia
Hoy vi una foto donde mi sobrina Iona. Estaba en el balcón de lo que fue un día mi casa viendo un pasacalles.
Han pasado nueve meses desde la última vez que vi a mi sobrina y a mi sobrino Iona y Aran. No he visto ni siquiera una foto en todo este tiempo. Nueve meses de silencio. Nueve meses de extrañar sus caras, sus voces, sus risas. Hoy, de repente, allí estaba ella en una foto — de pie en el balcón del apartamento que yo misma reformé con mis manos, el hogar que hasta no hace mucho era mío.
La foto no estaba destinada a herirme. Mi prima me la envió sin saber la verdad. Pero para mí fue como si me desgarraran por dentro. Porque mi familia me ha prohibido ver a los niños. Me han borrado de sus vidas como si mi amor no importara, como si mi existencia pudiera cortarse y desaparecer como si nunca hubiera pertenecido.
Este es el tipo de crueldad que se esconde bajo el silencio. Nunca me han dicho las palabras directamente — pero rehúsan cualquier tipo de contacto, nunca envían ni siquiera fotos. Actúan como si mantenerme alejada fuera normal, como si estuviera justificado. Pero no lo está.
Es castigo.
Es control.
Es borrado.
Y es insoportable.
No quiero esto para los peques. Ni ahora, ni cuando sean adultos, ni nunca. No quiero que Iona, Ivet o Aran aprendan que el amor se puede retener como un arma. No quiero que crezcan repitiendo este ciclo — castigando, cortando, controlando a las personas que más los aman.
Quiero que conozcan otro camino.
Que el amor verdadero no prohíbe.
Que la conexión no es algo que deba racionarse o controlarse.
Que la familia debe ser un lugar de seguridad, no un lugar donde el amor se use como palanca.
Ahora mismo, yo cargo el dolor que ellos no pueden ver. Vivo el silencio que me ha sido impuesto. Pero no dejaré que este silencio me defina. Estoy construyendo algo para que algún día puedan ver la verdad — que lo que me hicieron a mí nunca debe hacérseles a ellos.
Los amo. Siempre lo haré. Por más que mi familia intente apartarme, ellos siempre serán parte de mi corazón.
—Anna