Los submodos: diferentes formas de Proteger y Conectar
Tus reacciones no son caprichosas: son patrones antiguos de tu sistema nervioso.
Lo que solemos pensar
A veces sentimos que reaccionamos de maneras “extrañas” o “exageradas”:
- “Me bloqueo y no digo nada.”
- “Me enojo demasiado rápido.”
- “Me esfuerzo por agradar aunque no quiero.”
Parece falta de carácter, pero en realidad son submodos naturales de los dos motores principales.
Submodos de Proteger
Cuando el cuerpo siente amenaza, la energía de defensa puede tomar distintas formas:
- Lucha: responder con fuerza, discutir, atacar.
- Huida: escapar físicamente o mentalmente, evitar la situación.
- Congelación: quedarse inmóvil, en silencio, desconectado.
- Complacer / actuar: hacer lo que el otro quiere para evitar el conflicto.
Submodos de Conectar
Cuando el cuerpo se siente seguro, aparecen modos que permiten crecer y vincularnos:
- Descanso: relajación genuina, sensación de estar a salvo.
- Juego: humor, ligereza, creatividad compartida.
- Reflexión: pensar con claridad, aprender, hacer sentido de lo vivido.
- Reparación: acercarse después de un error, pedir perdón o ajustar con cuidado.
Lo importante
Estos submodos son estrategias antiguas de tu cuerpo. No son errores.
- En la infancia, puede que alguno fuera tu “favorito” para sobrevivir (ej., huida o complacer).
- En la adultez, reconocerlos te da poder: ya no son invisibles.
Ejemplo cotidiano
Una misma situación (alguien te critica):
- En Proteger-lucha: respondes con ataque.
- En Proteger-huida: cambias de tema o te vas.
- En Proteger-congelación: te quedas callado y rígido.
- En Proteger-complacer: sonríes y aceptas aunque no estés de acuerdo.
Mismo disparador, diferentes submodos.
Mini-ejercicio (2–3 minutos)
- Recuerda un momento de tensión reciente.
- Pregúntate: ¿Qué submodo apareció en mí? ¿Lucha, huida, congelación, complacer?
- Nómbralo sin juicio: “Mi cuerpo eligió esta forma de protegerme.”
- Si quieres, imagina: ¿Qué habría sido distinto si hubiera estado en Conectar?
Idea clave para llevarte
No eres raro ni inestable.
Tus reacciones son submodos antiguos que tu cuerpo aprendió para sobrevivir. Reconocerlos es el primer paso para poder elegir otras respuestas.